martes, 12 de febrero de 2019

La Montaña Rusa





Mi madre (+) supo que el parque de diversiones siempre era un gran premio de fin de semana. Lo que nadie esperaba era su temprana partida de este plano, pero el Kairos diseñó todo a la perfección y hasta los 13 años disfruté de una mentora excepcional, quien me enseñó -entre tantísimas cosas- el sube y baja de la vida.

Mi mayor atracción en los parques de diversiones es la montaña rusa. Hay diferentes tipos, a unas le llaman gusanitos que -para los más pequeños- suelen ser lentas, cortas y con poca intensidad. Hay otras más largas, altas y de mayor inclinación. Para los más arriesgados -como suelo ser a veces- existen muy rápidas, de curvas cerradas, inmensas y súper empinadas, con sonidos estruendosos en su caída.

Con estos contrastes tan poderosos sale a relucir mi apellido, fonéticamente como una campanada sutil o enérgica, pero lo cierto es que en ambos casos me hace estremecer. Despertar cada mañana es oír ¡Klindt!, esa suave campana que resuena en mi corazón para “darme cuenta” de quién soy: mujer valiosa y afortunada de la vida. El silencio y la quietud también me invitan a escuchar con atención esa voz interior que a diario dice: ¡Hoy es y será un día extraordinario!

La cotidianeidad de la vida se asemeja a estas experiencias de juego y diversión. Al comenzar el día me subo a la montaña rusa, tomo mi asiento y me dispongo de una forma consciente con seguridad, confianza, temple, gallardía, alegría y determinación, como también, en algunos casos, se asoma el miedo y sensación de vacío, pero: ¡vaya que aprendizaje me han dejado esos descensos inesperados!

Hoy me siento súper feliz de haber inicado este camino de Certificación Internacional en Life Coaching & Mentoring, observando y disfrutando mi montaña rusa, asumiendo el compromiso, deleitándome en mi propósito. Aunque haya suficientes asientos, libres, ocupados y mucha gente a la espera, hoy decido volver a mi esencia, a tomar el primer puesto, hoy decido volver a ser la de siempre, la mujer que ama, ríe y sueña, mujer de primavera.

Todos los días están cargados de emociones. Lo más importante, ahora, es prestar atención a los instantes de felicidad y plenitud. Aun cuando tristezas y desaciertos una vez causaron estragos en mi salud emocional y física, aprendí a desanclar esos sentimientos de desesperanza con mi inquebrantable fuerza de voluntad. Son los pensamientos positivos constantes que me producen inspiración. Así he aprendido a vivir, motivada y con mi mejor sonrisa. ¡Así se vive!


Astrid Klindt Sainsbury.

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